TLC entre Ecuador y China suscita inquietudes medioambientales

Diálogo Américas | 21 de marzo de 2024

TLC entre Ecuador y China suscita inquietudes medioambientales

Ecuador ratificó su Tratado de Libre Comercio (TLC) con China el 15 de febrero, convirtiéndose en el cuarto país latinoamericano en establecer un acuerdo comercial con el país asiático. El acuerdo, sin embargo, suscita preocupación por las posibles repercusiones medioambientales y sociales, ya que los críticos temen que el TLC facilite la entrada de desechos tóxicos bajo la etiqueta de “materia prima”..

“Aprobar el TLC con China traerá efectos gravísimos para los territorios, los pueblos y el medio ambiente de nuestro país. El TLC contiene artículos que, con el pretexto de una supuesta recuperación de ‘materia prima’, posibilitan el ingreso de desechos de distinto tipo (…), conteniendo tóxicos muy peligrosos”, explicaron grupos de la sociedad civil en un comunicado, publicado en enero por la ONG ecuatoriana Alianza Basura Cero. “A su vez, plantea una ‘cooperación ambiental’ que incluye la energía nuclear y la fabricación de plásticos de un solo uso, que suponen riesgos muy altos y contaminación incluso radioactiva”.

Chatarra maquillada

El TLC estipula que China puede enviar productos como desperdicios y desechos de baterías y acumuladores eléctricos; chatarra; vidrio; líquidos tóxicos, papel y cartón, entre otros. Ecuador, en cambio, no puede enviar ningún residuo, ya que China lo prohibió.

“Lastimosamente, desde hace algunas décadas pero con mucha más intensidad ahora, vemos muchas prácticas de ‘green washing’ o blanqueamiento [táctica engañosa para aparentar conciencia ecológica], con prácticas nocivas bajo discursos ecologistas y humanistas”, dijo el 4 de marzo a Diálogo María Fernanda Solíz, coordinadora general de la Alianza Basura Cero Ecuador y directora académica de Salud, de la Universidad Andina Simón Bolívar. “Uno de ellos es recurrir a la economía circular, como pretexto para el comercio transfronterizo de residuos, en el que algunos países envían [a otros] sus desechos, etiquetados como materia prima que puede ser utilizada para el reciclaje”.

Basura

“Los países [sudamericanos] ya tienen una grave crisis sanitaria y de gestión de sus residuos urbanos, tóxicos y peligrosos, que no pueden enfrentar; que genera graves pasivos ambientales, graves afectaciones a la naturaleza, a los ecosistemas y a las comunidades ubicadas en las zonas de influencia directa. Esto representa altísimos costos de gestión para el Estado y gravísimos pasivos ambientales”, añadió Solíz. “Peor aún, no tiene sentido que Ecuador esté importando otros desechos para ser supuestamente utilizados como materia prima, si está enterrando el 96 por ciento de sus propios desechos”.

“Ecuador mantiene su potestad soberana de prohibir y controlar la entrada de productos que pongan en riesgo a la población o que contaminen nuestro medio ambiente”, firmaron Miguel González y Alejandro Martínez, presidente y vicepresidente del Comité Empresarial Ecuatoriano, en una carta abierta al congreso de Ecuador publicada el 5 de febrero. “Un acuerdo comercial no coarta el derecho de evitar el ingreso de bienes contaminantes”.

Si el Ecuador ya recibe una gran cantidad de desechos plásticos y carece de capacidad para gestionarlos, la situación se agravaría al permitir el ingreso de desechos plásticos de China, añadió Laura Suárez, directora nacional de la organización ecuatoriana PlastiCo Project, en el portal ecuatoriano de noticias Wambra.

Consecuencias negativas

Además de la entrada de residuos tóxicos, otras preocupaciones son la puesta en peligro de los derechos medioambientales de los indígenas de la Amazonia ecuatoriana, la deforestación y el temor a que el TLC amenace la soberanía alimentaria del país al permitir la importación libre de impuestos de semillas transgénicas y fomentar la “sobreexportación” de alimentos a China, lo que podría tener consecuencias negativas para el medio ambiente y la salud del suelo.

Luego está la cuestión de las operaciones de las empresas chinas. “Las operaciones de sus empresas en el extranjero no son sometidas a supervisión ni a escrutinio público. Por tanto, ya que los inversores chinos no reciben castigo social, económico o jurídico por su comportamiento abusivo, no tienen el incentivo de introducir pautas de actuación responsables, que minimicen el impacto de sus proyectos”, la plataforma política latinoamericana Diálogo Político indicó en su informe Claves para entender China. “Por comparación, aunque las corporaciones occidentales tienen su propio historial de estropicios, en general están ahora mucho más vigiladas y no podrían desatender las buenas prácticas sin pagar un precio por ello”.